CANGAS DEL NARCEA.- Una bodega – museo abre en Puenteciella

Luciano Gómez, de familia bodeguera, ha apostado por convertir su vieja bodega de Puentieciella en un pequeño museo con el que acercar al visitante a las raíces y a la tradición vinícola de  un municipio. Y es que el de Cangas del Narcea posee una historia de siglos y en muchos de cuyos pueblos aún se conserva pequeñas bodegas en el mismo estado en que se encontraban hace michos años. Tal es el caso de Puenteciella donde se pueden ver 23 pequeñas construcciones en línea, compartiendo paredes medianeras, que esconden en su interior bodegas de carácter familiar.

Gómez regresó a su pueblo natal para dedicarse a la elaboración de vino, algo que había vivido desde niño en casa, donde la tradición se fue conservando de generación en generación. Afirma que ya sus tatarabuelos tenían viñedos y elaboraban vino. Fue en 2019 cuando fundó Bodegas La Verdea, que está inscrita en la Denominación de Origen Protegida Vino de Cangas, y ahora ha decidido dar un paso más abriéndose al enoturismo. Su estreno  se ha desarrollado durante esta Semana Santa  en la que está llegando las primeras visitas guiadas por sus instalaciones, que llevarán al visitante a recorrer la historia de la bodega.

“Tenemos mucho turismo en esta zona y estamos viendo que buena parte del vino que vendemos es a turistas, así que creemos que esta es una buena forma de potenciar la bodega”, explica.

En este pequeño museo se pueden ver algunos objetos y herramientas que ahora están en desuso, como son una prensa, tinas y barricas antiguas. “Entonces no había muchas máquinas, la uva se pisaba con los pies y el vino se trasegaba con cubos”, resume. Una imagen que contrasta con la visita a la bodega actual, totalmente modernizada y mecanizada.

Además, de la restauración de la bodega familiar para que no se perdiese, Luciano Gómez transformó una antigua edificación dedicada antaño a cuadra y pajar en una parte más de la bodega, con una zona dedicada a los vinos de crianza y otra a una sala para la recepción de los visitantes y la venta de vino. “La bodega se me quedaba pequeña, sin espacio para las barricas de crianza y con las ayudas de los fondos europeos Leader hice la ampliación, con un espacio pensado para el nuevo proyecto dedicado al turismo”, cuenta.

Asegura que en Cangas del Narcea existe demanda de actividades de enoturismo y que a las bodegas les llegan peticiones para poder conocerlas. Lo que considera que gustará más de su propuesta es el poder viajar en el tiempo en su visita a la antigua bodega, donde hará hincapié en que es la raíz de su actual proyecto profesional. No obstante, comenta que a los visitantes a los que les gusta el mundo del vino también se muestran muy interesados en los procesos de elaboración y en conocer los detalles de por ejemplo las fermentaciones y maceraciones.

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R. Mera