CANGAS DEL NARCEA.- Un abrazo en el silencio

CANGAS DEL NARCEA.- Un abrazo en el silencio

El abrazo (Mera-Maribel)

Ha estallado el cielo con la galerna final de la Descarga. Un segundo después, un silencio que se oye se abate sobre el valle mientras el suelo deja de temblar. Otro segundo y gritos y alaridos pueblan el Prao del Molín lleno de máquinas tiznadas de pólvora y varas de voladores. Los responsables de Artesanos y la pirotecnia reaccionan: Unos saltan, otros se abrazan, otros gritas cerrando los puños y elevando su mirada al cielo, los demás allá se pliegan sobre sí mismos con el cerebro en blanco y el corazón a mil… ha terminado la Descarga y con ella también la descarga interior de cada uno de ellos. Descarga de adrenalina, de nervios, de tensión, de sentimientos encontrados, de satisfacción…

Atrás, junto a la pared del viejo molín, Salvatore Recúpero levanta el brazo con el puño apretado. Tal parece que por el mismo está lanzando al espacio los kilos de tensión acumulados durante el día. Por ese mismo puño escapan también múltiples sentimientos, vivencias y satisfacciones acumuladas especialmente en la tarde de ese día 16. Se abraza con fuerza a Evencio su otro yo durante la Descarga. Los ojos de uno u otro están llenos de lágrimas de alegría.

Salva a las siete de la tarde. MERA
Salva a las siete de la tarde. MERA

Sobre Salvatore cayó la responsabilidad de mantener el ritmo de la Descarga y su progresión. Estuvo muy tenso y concentrado toda la tarde. No podía fallar y él lo sabía. Se supo capaz y aceptó el reto y la responsabilidad.

La Virgen estaba llegando al puente. Detrás de la maleta de disparo se fue serenando. Sabía que miles de ojos y oídos estaban pendientes de sus manos. Evencio le insufla los últimos ánimos y consejos. Juan, el presidente, lanza el volador de inicio y tras él los de cerca de 600 tiradores. Tres minutos.

Salvatore aprieta el primer disparador. Y arranca la máquina el Fuejo.  Oído atento al sonido de la pólvora y al momento preciso. Ahora la de Los Nogales. Arranca a mecha la del Molín. Salva ni pestañea. Con seguridad de veterano va apretando cada disparador en el momento preciso. Y la Descarga sube su ritmo y su volumen con precisión a la vez que sube la tensión. ¡Ahora!, se dice decidido dando salida al prefinal. Suben los decibelios en todo el valle. ¡Y ahora!. El dedo aprieta casi con rabia el último disparador. El final sube con estruendo y precisión hacia los cielos. La tierra retiembla bajo los pies de miles de personas y luego… el silencio que tan solo rompe el campanín de Ambasaguas, arropando el abrazo de Salvatore y Evencio.

Salva a las ocho y media.-MERA
Salva a las ocho y media.-MERA
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R. Mera

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