ENCLAUSTRADOS XIX. Acabó marzo y enclaustrados

Miércoles, día 1 de abril. Decimos adiós a un marzo infausto y nos abrimos esperanzados a abril. Templa la temperatura. Siete grados

En estos días de encierro estamos conociendo el barrio. Lo que son las cosas, saliendo a la calle no nos enterábamos de quienes viven cerca (salvo los cotillas inveterados) y ahora, desde balcones y ventanas, nos estamos enterando, aunque se da la circunstancia de que estamos conociendo mejor a los vecinos de enfrente que a los de al lado. Cuestión de perspectivas visuales a la hora de salir a aplaudir.

Y estoy seguro que, como a mí me ocurre, son muchos los cangueses, los tinetenses y allandeses, que sabrán ya de memoria la estructura de la acera de enfrente, así como las virtudes y defectos de las fachadas de las tiendas, negocios o cierres de solares. Hasta los baches o los desportillones que presentan los pasos de peatones los tenemos controlados. Del mismo modo nos hemos enterados del ir y venir de aquellos otros que, disimuladamente, salen de este o aquel portal, miran a un lado y al otro, y salen disparados. Son los que durante casi todo el año se van una mañana sí y otra también a cacharrear al garaje y que ahora no pueden con el mono. Menos mal que al menos allí siguen aislados.

Ayer de tarde me llamó Xuan. Anda el hombre preocupado con el virus y más aún con lo que venga después. Tiene miedo al paro de sus hijos y nietos y, especialmente, a que con tantos gastos como está teniendo el gobierno más los que vendrán, pueda afectar a la pensión. Y eso sí que es sagrado, dice.

Me pregunta que si todo el mundo está encerrado porqué carajo tengo yo que estar, enclaustrado, aunque él se embarulla un tanto al utilizar el término.

Le explico, y aprovecho para  también para recordarlo con vosotros ,que este término es de uso obsoleto y se decía a una persona en general que está encerrado, metido, internado y finalmente incorporado en una comunidad religiosa, galería, o un sitio llamado claustro de una cartuja, monasterio o un convento.

El diccionario de la RAE viene a definirlo como “retirarse o apartarse una persona del trato social”. Enclaustrar es verbo transitivo que significa también encerrar u ocultar una cosa, y enclaustrado es pues el participio pasivo de este verbo. En este caso lo decide la persona, en el nuestro lo han decidido por nosotros.

En alguna parte leo que venimos de una humanidad intolerante, que nos habíamos encerrado en nuestros propios egoísmos, que no aguantábamos contratiempos, ni dolores, ni contrariedades. El individualismo y el yo como realidad suprema. Y ahora, el encierro obligado nos está haciendo descubrir los valores que teníamos enterrados, la importancia de los demás, de la calle, del barrio, de la sociedad, Y me digo que quizás sea este enclaustramiento una eficaz vacuna para que, una vez terminado todo, no volvamos a caer en los mismos vicios y errores

Paciencia y feliz jornada

 

 

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R. Mera

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