ENCLAUSTRADOS XLI.- Día del Libro

Foto EcoAlfa: Tejados de Cangas

Jueves día 23.- Hoy es el Día del Libro y Castilla y León, y Aragón, celebran sus fiestas regionales. Enclaustrados todos, eso sí.

Y por mor de la festividad he recordado los primeros Días del Libro en Madrid, allá cuando acudíamos a la Cuesta de Moyano a curiosear y pasar unas horas el fin de semana.  Los demás días no se podía ir ya que yo entonces trabajaba en una empresa que se llamaba Isodel Sprecher(fábrica de paramenta eléctrica) con una plantilla creo recordar que de cerca mil empleados. Quebraría a mediados de los setenta cuando yo ya estaba en Cangas. Luego he vuelto esporádicamente, estando ya en el Retiro, si estas fechas del libro me pillaban en Madrid por puentes o especiales festividades.

Como las mañanas, a pesar de que el calendario reza que nos hallamos en primavera, no se prestan a paseos largos con nieblas y lloviznas siempre presenten a primera hora, decido seguir en el pasillo. Pero al momento me asalta una idea peregrina. Me acuerdo del libro “El diablo cojuelo”, de Luis Vélez de Guevara, y me pregunto si yo podría hacer lo mismo. Me asomo a la ventana y miro para los tejados. ¿Y por qué no?

Les pongo en antecedentes: El Diablo Cojuelo es un personaje legendario que, lejos de ser una forma maligna, se le representa como el espíritu más travieso del infierno, trayendo de cabeza a sus propios congéneres demoníacos. Un estudiante saca al Cojuelo de la redoma en que un mago le había encerrado, y el diablo, agradecido, lleva a su libertador por los aires y va enseñándole uno por uno el interior de las casas, cuyos techos levanta como si se tratara de casas de juguete, y así pueden contemplar a sus habitantes en la mayor intimidad, tal como son, con todos sus vicios y cualidades retratando así todos los vicios e hipocresías del Madrid de la época. ¿Me siguen?. Fíjense si yo, o usted, pudiésemos hacer lo mismo sobrevolando los tejados de Cangas, o de Tineo o Pola, descubriendo todo lo que las cubiertas convertidas ahora en vidrio transparente dejarían ver en estos días de enclaustramiento.

E inicio el imaginario viaje sonriendo abiertamente en mi soledad. Permítanme que me guarde las cosas y los nombres de lo y a los que veo bajo las cubiertas ¡Pero qué cosas señor, ¡qué cosa ve uno!. Anímense; anímense a sobrevolar Cangas con los edificios sin tejados. Imaginen y sonrían conmigo.

Y entre divagaciones, lecturas y escrituras, se va yendo la mañana con las consabidas idas y venidas a la cocina y algún gruñido que otro a Maribel que o bien me pregunta, o me pide, me advierte o me admoniza, rompiéndome mis esquemas de pensamiento en el discurrir del guion de mis otros enclaustramientos: los que realizo frente al teclado.

Y otra vez se ha escapado la mañana. Un sol tibio y temeroso se ha ido abriendo por las calles y edificio de la villa reflejándose en los cristales de las pocas ventanas que tienen las persianas subidas. Mártir me trae a mí esto de las persianas todo el día bajadas, yo que no las subo ni por las noches.

Las nubes van oscureciendo el día como oscurecido se nos presenta el panorama con respecto al llamado desconfinamiento. Así que ya lo saben:

Paciencia y feliz jornada.

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R. Mera

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