ENCLAUSTRADOS XLIX.- Día del Trabajo sin trabajo

1 de mayo.- Hoy se celebra la Fiesta del Trabajo, una fiesta que con el paso del tiempo se ha ido devaluando y pasando de su gran importancia y relieve en los años de la transición democrática hasta pasar en los últimos casi desapercibida. En estos últimos años prácticamente tan solo los líderes sindicales (que lo son tan solo en su denominación) y los liberados acudían a las manifestaciones mientras que el personal prefería aprovechar la festividad, especialmente si era puente, para trasladarse a playas y pueblos.

Ha sido éste un largo mes de abril sin paraguas, cazadoras, abrigos o chubasqueros; ha sido un mes de abril que no ha sido. Se ha quedado en un dejarse ir entre ventanas y pasillos repletos de recuerdos, añoranzas y ecos de ayeres idos y esperanzas por llegar.

Se ha iniciado mayo oscuro y feo. Hay niebla otra vez y llovizna aunque no hace frio. Colgado de mi ventana, el termómetro marca 16 grados. Están vacías de peatones las aceras y el tráfico de coches se deja ver pese a que no es día laborable. Tras las puertas cerradas, las dos peluquerías que tengo enfrente, una femenina y otra masculina, se preparan para iniciar sus labores el lunes. Un joven pide hora desde la calle.

Hoy he decidido no pasear, incluso he retardado la hora de levantarme rememorando aquel placer que suponía el abrir los ojos, darte la vuelta y , arrebujado entre las sábanas, iniciar de nuevo el sueño, ya en  semivigilia,  de los sábados y domingo en aquellos tiempos, a veces ya tan lejanos, del trabajo diario y el madrugar.

Y le damos gusto al cuerpo. Nos sentamos a la mesa, tras la ventana casi sin luz, y damos cuenta de un buen tazón de chocolates con tostadas. Hubiésemos preferido churros, pero dada la situación nos conformamos y disfrutamos.

Mañana se adivina un sábado de novedades, de cumplimiento de normas o de hacerlas saltar todas por los aires. Las emitidas por el gobierno dan a pie a múltiples salidas e interpretaciones. Esta situación es difícilmente regulable ya que no hay referencias de cómo se hace algo así; es la primera vez que sucede. Tan solo la responsabilidad de todos y cada uno de nosotros puede evitar la aparición de situaciones peligrosas o no deseadas. Tener que volver otra vez a la posición inicial de salida sería terrible, tanto psicológicamente como para la más que dañada economía que nos anuncia una crisis terrible y dolorosa.

Nosotros, de momento, posponemos la salida. Quizás no lo hagamos hasta el lunes. No sé si es una opción sin más o una forma de llevar la contraria a todos aquellos que esperan casi como si de una carrera se tratase el pistoletazo de salida para salir disparados.

Dejaré que se vaya la tarde en su monotonía de fiesta cuasi olvidada. Dejaré que la mente juegue sus caprichos de ocios pausados. Dejaré que los pies recorran una y cien veces el suelo del pasillo perdidos en su propios pasos. Dejaré, en definitiva, que el devenir de las horas sea o no sea en su propio discurrir o, también quizás, en su quedar tintineante como gota de agua que crea su propio tiempo en su caer o no caer sonando contra el suelo.

Paciencia y feliz jornada

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R. Mera

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