CANGAS DEL NARCEA.- De la aldea a la comunidad de vecinos. Tiempos de cambios

CANGAS DEL NARCEA.- De la aldea a la comunidad de vecinos. Tiempos de cambios

Dicen que no es prudente dar consejos si no te los piden. Dispénseme los lectores en este caso por cuanto, más que consejo, estas líneas han de tomarse como una reflexión surgida de mi estar veraniego en la aldea y un apunte que surgió de mi mujer, Maribel, en una charla ajena por completo a lo que aquí señalo.

Es de todos sabido como la imparable despoblación está afectando a pueblos y aldeas y lo es también como el envejecimiento es la tónica dominante en todas ellas. Cada vez son más las casas en la que solo residen dos o un anciano y menos las que albergan a matrimonios jóvenes con o sin hijos. Son también cada vez más las casas que permanecen cerradas todo el año y tan solo se habitan en uno o dos meses veraniegos.

Todo ello conlleva la enorme dificultad a la que han de hacer frente los vecinos fijos para mantener los servicios mínimos del año. Señalamos como ejemplo el mantenimiento de caminos, servicios de aguas, cementerio parroquial, ramas y piedras caídas en las calles, pequeñas riadas y otros muchos casos que el lector sabrá agregar.

Calles vacías en el pueblo
Calles vacías en el pueblo

La edad determina que sean ya muchos los que no pueden aportar su trabajo físico para estos menesteres. La distancia determina que sean aún más los que no se encuentran en el pueblo habitualmente e, ítem más, que muchos de ellos, que ya se han criado en las capitales, no sepan manejar las máquinas o herramientas necesarias para desarrollar estos trabajos.

De todo ello se deduce la idea señalada al principio: La necesidad de arbitrar una solución que, basada en la realidad de cada aldea, sepa dar respuesta a esta situación.

Planteamos aquí la constitución de la aldea en una Comunidad de Vecinos al estilo de las de villas y ciudades con todas sus obligaciones y derechos. Se redactarían unos institutos de funcionamiento no muy distintos de los que rigen cualquiera de las que existen a los que se incorporarían las peculiaridades de cada lugar. Cada vecino aportaría una cuota mensual en función de las superficies de sus propiedades urbanas u otras variables que se acordaran.

De esta forma los trabajos comunitarios y de mejoras podrían afrontarse con la contratación de mano obra igualándose así la aportación de cada vecino al común, ahora muy desigual por las limitaciones o ausencias antes señaladas.

Es tan solo una idea que estoy seguro cada uno de vosotros sabrá mejorar.

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R. Mera

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